
Cuando empezó este segundo reto, entendí que no se trataba de crear un logotipo, sino de diseñar una marca con propósito.
Quise ir más allá de lo estético y detenerme en la estrategia, en el “por qué” y el “para quién”.
Como dice Morales Moras, “aprender a pensar como un diseñador significa aprender a resolver problemas a través de la forma”, y eso es exactamente lo que he intentado hacer: resolver el reto de definirme con coherencia.

He aprendido que una marca profesional no se construye desde la forma, sino desde la intención.
Por eso, antes de dibujar, analicé.
Antes de diseñar, reflexioné.
Y antes de mostrar, tuve claro qué quería comunicar: claridad, estructura y propósito.

El desarrollo de mi marca nació de un punto de equilibrio: lo técnico y lo humano.
He trabajado muchos años en el sector industrial, un entorno donde la comunicación suele ser compleja, racional y funcional.
Por eso, decidí centrar mi propuesta de valor en traducir lo técnico en visual, haciendo que la información industrial sea comprensible, atractiva y humana.
Mi propuesta no es “diseñar más bonito”, sino diseñar con sentido.
Como afirma Blanch, “vender servicios es solucionar problemas”, y ese es precisamente el enfoque que he adoptado: usar el diseño para aportar claridad en entornos donde la comunicación muchas veces se pierde en la complejidad.
De ahí nace BIMO, un naming que surge de mis propios apellidos —Bisbal y Mota—, pero también de su simbolismo: valle y cima, análisis y visión.
El logotipo juega con esa dualidad, convirtiendo la B y la M en un mismo gesto: ascendente, estructurado, equilibrado.
La tipografía Montserrat no es casual; es mi conexión con Barcelona, con su geometría precisa y su carácter contemporáneo.
Cada elección tiene intención. Nada está puesto por estética.
BIMO no es una marca “bonita”: es una marca pensada, funcional y viva.

He comprendido que mi marca no acaba aquí; apenas empieza.
BIMO no es solo un nombre, es una manera de mirar el diseño.
Una metodología que une estrategia, claridad y sensibilidad humana.

Mi visión a futuro es seguir construyendo sobre esta base:
crear un estudio, una metodología o un lenguaje visual que dé sentido a la comunicación industrial.
Como afirma Denise Anderson, “una marca fuerte no busca ser la más visible, sino la más coherente”.
Ese es el camino que quiero seguir: menos ruido, más claridad.

Este proceso ha sido más que un ejercicio académico; ha sido un espejo.
He comprendido que diseñar una marca profesional es diseñarse a uno mismo, enfrentarse a las propias dudas, decisiones y valores.
Hoy tengo más claro que nunca quién soy, qué aporto y hacia dónde quiero ir.
BIMO no es un logotipo. Es una forma de pensar el diseño.
Una marca que traduce lo técnico en humano.
Una identidad que no busca destacar por volumen, sino por sentido.Porque en el diseño —como en la vida—, la claridad también puede ser emoción.
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Este es un espacio de trabajo personal de un/a estudiante de la Universitat Oberta de Catalunya. Cualquier contenido publicado en este espacio es responsabilidad de su autor/a.